Comenzó el Curso de Escalada Clásica del CAC

Entender la escalada en su contexto, respetar las montañas, anhelar la libertad, disfrutar del viaje… Estos son los preceptos principales que nos guían en el dulce andar por las montañas, allá dónde pocos se animan, dónde pocos se internan, dónde todos trascienden. Y son éstos valores los que ponemos delante del resto, a la hora de emprender esta hermosa tarea de enseñar a escalar en “clásica”, que nos ha encomendado el Club.
Y antes que nada la sorpresa, de haber tenido muchísimos interesados en el curso y de haber cerrado un cupo de quince alumnos ¡Quince escaladores aprendiendo clásica! Justo hoy, cuando parece que la escalada se abstrae y se desmontañiza cada vez más. Cuando parece que la comodidad le gana a la belleza del monte y que el esfuerzo se aplica sumamente aislado, ya casi sólo en ese único y repetido paso duro. Quince alumnos, muchos interesados y la promesa de dar otro curso a la brevedad: hechos que nos hablan y nos dicen que hay gente con ganas y que esas ganas buscan ser encausadas. Aquí estamos entonces: empezando a picar los sesos de una nueva generación que quiere acercarse a las fisuras, transitar por chimeneas, renegar en algún offwidth o acelerar el paso en medio de un dülfer. Y es que así hemos comenzado este curso: experimentando con las técnicas que se utilizan en el terreno de la escalada tradicional; para aprender, luego, a colocar y sacar los empotradores, para recorrer un camino, y para soñar con bellas escaladas, en increíbles agujas surcadas por las más fantásticas fisuras, que nos conducen a esas anheladas cumbres, a pararnos allí dónde sólo se posan los cóndores; para alcanzar la libertad más grande a la que pueda aspirar el hombre: ser quien él mismo es.
Este finde, en Capilla del Monte, fue de un alto voltaje en cuánto al encuentro de todos y el armado de un grupo excepcional, serio y muy motivado, que quiere aprender y disfrutar. Escalamos, practicamos maniobras, observamos movimientos, utilizamos material; pero, ante todo, hablamos mucho acerca del por qué, de qué es lo que una montaña significa y desde dónde es que uno puede aventurarse a la idea de subirla.
Las ganas y la motivación de todos nos han dejado muy entusiasmados para lo que sigue: ir complicando cada vez más el panorama, sumando metros en fisuras y asimilando maniobras y diferentes materiales y usos. La seguiremos éste fin de semana, otra vez en Capilla del Monte, y con la alegría de volver a encontrarnos.

Hernan Ortega