Después de varios años de no transitar la zona, el grupo de trekking del CAC volvió a caminar por "la cornisa" de Córdoba, recorriendo el filo que corona la Sierra de Comechingones, entre el camino del Cerro Los Linderos y la zona de Loma Bola, en Traslasierra. Un trayecto de 23 km de distancia (en línea recta), con más una bajada de 1500 m hasta el valle: un buen reto.
Un grupo compacto de nueve caminantes desafió, en primer lugar, los pronósticos de mal tiempo -que luego, como corresponde, no se verificaron- aunque la llegada al filo de la sierra coincidió con una neblina cerrada, que le agregó emoción al trayecto. Siguiendo una senda de 4×4, llegamos hasta la zona donde se produjo un accidente aéreo hace varios años, hoy convertido en destino de visita de aquellos vehículos. Un viento oportuno despejó las nubes, y el paisaje comenzó a mostrarse en toda su inmensidad, junto al dramatismo de las imágenes del impacto.
El recorrido siguió por el no siempre visible sendero del filo, que a veces se enangosta, y a veces toma el aspecto de una pequeña pampa de altura. Primero a jirones, y luego totalmente, ambos valles (de Calamuchita y de Traslasierra) se iban mostrando. En el primer caso, los lagos del sistema de embalses del Río Tercero eran el elemento descollante; en el otro, los nuevos cultivos con sistemas de riego circular, dibujando nuevas geometrías en el terreno. Mientras tanto, varias tormentas cruzaban por delante del grupo, para terminar descargándose sobre el valle y las Sierras Chicas, añadiendo sorpresa y espectacularidad al recorrido.
Alrededor de las 17, aprovechando una pequeña quebrada perpendicular al filo, con buena agua… y las muchas ganas de terminar la actividad del día, se estableció el acampe, habiendo recorrido uns 12 km del sendero del filo.
La mañana resultó un tanto fresca (un termómetro marcaba -8º) y la partida se demoró para "descongelar" las carpas. Este fue uno de los primeros errores de apreciación del día, ya que el retraso redundaría luego en la hora de arribo final. En un par de horas, y siguiendo un paisaje muy similar al del día anterior, ya nos encontrábamos a la altura de Loma Bola. Pero… allí "se nos acabó el mapa" de la memoria. Buscábamos la Cuesta de Galán, que accede al valle desde el Sur. Además, en este sector se terminó el recorrido casi lineal por el filo, pues aquí la sierra se complica con varias quebradas transversales.
Como corresponde, los problemas se transforman en oportunidades: cada paso acercándonos al filo, nos mostraba un nuevo perfil casi vertical de la sierra, aprendiendo a discernir por dónde no pueden bajar las cuestas. Durante unas tres horas, fuimos recorriendo todos los accidentes del borde, hasta que el bendito sendero comenzó a mostrarse, junto con la vista del contrafuerte por donde descendía hasta el llano. Avisamos al transporte de la demora estimada, y para las 18 estábamos en el arranque de una cuesta espectacular, y recorriéndola a una hora que normalmente no lo haríamos. Los colores del atardecer nos mostraron el sendero tallado en la montaña, recorriendo el filo del contrafuerte y zigzagueando hacia las quebradas profundas. Todo se tiñó de tonos cálidos, y rápidamente una luna casi llena tomó el lugar del sol para alumbrar el camino. Todavía faltaba mucho, incluyendo algunos calambres, pero el ánimo no decayó, y un grupo compacto llegó al final del camino, pasada la medianoche, luego de 13 horas y media de caminata, con un desarrollo de alrededor de 26 km.
Como decíamos, el problema de no encontrar la cuesta se transformó en la oportunidad de conocer y aprender… y también de llegar con la lengua afuera y los tobillos desgastados hasta las rodillas… pero ¿quién te quita lo bailado? ¡Ya estamos haciendo programas para el Manchao!
Próximamente más fotos, también gentileza de Ricardo Bellegarde, Raúl Benavídez y Verónica Stain
