El fin de semana del 13 y 14 de mayo pasados, a la luz de una luna llena excepcional, bajo un cielo diáfano de esos de Traslasierra, nuevamente nos llegamos hasta el Hueco, en la ruta al Champaquí desde Los Molles, y el 14 coronamos el filo de la sierra y el techo de Córdoba, con toda el horizonte a nuestra disposición.
Eso sí, para llegar… hubo que transpirar la camiseta! Partimos a la medianoche de desde Córdoba, y cerca de las 3 de la mañana comenzamos la recorrida. Para la hora de aclarar, ya habíamos avanzado bastante, y desde la quebrada que se interna en la sierra fuimos despidiendo la luna amiga. Lo que no era tan amigo era el cansancio que se iba acumulando, a pesar de la belleza del paisaje. Con la "lengua afuera" hicimos el faldeo que sube al Hueco, con su bella vista del valle. Sobre el claro del bosque, aún no se había acercado el sol, que por la posición respecto al filo de la sierra tarda hasta después de las 10 en alumbrarlos directamente.
El espectáculo de la helada fue incomparable, tanto en el follaje de los tabaquillos (las máquinas no cesaban de disparar fotos) como en el césped del piso. Por supuesto, a los caminantes les sobraba el calor… humano del esfuerzo de la subida. Después de alguna deliberación, primó el criterio de subir a la cumbre el domingo, y así mientras algunos deshacían parte del camino para ubicar algún rezagado, el resto armó campamento y se dedicó a tareas más descansadas. La oportunidad sirvió también para recorrer un poco uno de los pequeños bosques de grandes árboles que atesoran las Sierras Grandes, en una época especial, pues la humedad se mantenía todavía, y la vegetación estaba en todo su esplendor. Así, toda la riqueza del bosque de tabaquillos más lindo del mundo, y de su arroyo, se abrió ante los participantes de la salida.
El domingo, con la fresca (¡chuy!) nuevamente a subir; ya con poca carga. Mientras la imagen del Hueco y su claro en el bosque se achicaba abajo, se fueron pasando las horas de la mañana hasta alcanzar el filo y todo el panorama de la provincia se abrió a la vista del grupo. Los volcanes de Pocho, Los Gigantes a lo lejos hacia el norte, y ahí nomás el mundo de rocas del macizo del cerro Negro o de la Totora; todas las Sierras Chicas hacia el este, con los valles de Calamuchita y Punilla con sus lagos; más allá, la pampa llana y cultivada al este y al sureste, la continuidad de los Comechingones para el sur, y el Valle de Traslasierra, con las sierras de San Luis en la bruma que se comenzaba a levantar, hacia el oeste.
El tiempo alcanzó para saludar a don San Martín, descansar un poco al sol y tomar aliento. Sin muchas pausas, se emprendió la bajada, en el marco de rocas verticales y pendientes empinadas característicos de la zona, para luego desarmar campamento y, caminando el atardecer, llegar ya con el sol bajo a donde nos esperaba el trasporte. Todo culminó en el cálido y significativo ambiente de "Macondo", el boliche de la esquina de Las Rosas donde usualmente celebran los caminantes del Club la tarea cumplida.
FOTOS GENTILEZA RAÚL, ROBERTO Y MIGUEL
El otoño estaba resplandeciente en el Hueco…
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Las barbas del tabaquillo | |
Helechos en el bosque |
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Gencianas… | |
…¡y más gencianas! |
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Primera nieve | |
La corteza del tabaquillo |
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Todos tienen lugar en el bosque | |
Paraíso otoñal |
