TREKKING: El numero ideal para subir al Negrito en Tucuman. FOTOS!

Aprovechando el fin  de semana largo de octubre, pusimos rumbo a Tucumán con el objetivo de ascender el Cerro Negrito (20km al norte de Tafí del Valle), que con sus 4600 msnm, nos ofrecía un reto interesante, sobre todo para aquellos que nunca habíamos estado en altura.

  13 emprendimos esta aventura, y 13 logramos hacer cumbre. Cualquiera pensaría que en esto radicó el éxito del viaje… y estaría equivocado. No porque no fuera exitoso (que lo fue, y mucho), sino porque los que realizamos esta actividad sabemos que el éxito de una salida se mide por las experiencias compartidas como grupo, por el grado de integración y compañerismo que se logra. Y en ese sentido, el viaje fue realmente un triunfo.   

  Luego de viajar durante la noche del viernes, a las 9am estábamos en el punto de partida, a unos 15 km al norte del Tafí del Valle.  El camino que nos esperaba no era particularmente difícil, el terreno era firme, sin demasiada inclinación, y debíamos remontar unos 1500 metros en 2 jornadas. El verdadero reto era la altura. Hacia pocas horas habíamos estado a 400 msnm,  ahora nuestra marcha empezaba a 3000, y al hacer cumbre habríamos sobrepasado los 4500… Otra dificultad podía ser el clima, porque si bien despuntaba un día que prometía ser ideal, según el pronóstico había probabilidad de lluvia para el domingo.    Comenzamos a caminar y mantuvimos un buen ritmo durante toda la mañana. En el camino encontramos primero unos círculos de piedra, mudo testimonio de la cultura Tafí, que habitó esos parajes; y luego, cruzamos un puesto de cría, donde nuestro guía no tardó en decidirse a encargar un par de cabritos para traer a Córdoba.   

  Apenas pasado el mediodía llegamos al lugar donde  estaba previsto que acampemos. Allí almorzamos, y como habíamos llegado antes de lo previsto, y el ánimo del grupo lo permitió, decidimos seguir avanzando y buscar un el segundo punto de acampe, de manera de acortar la distancia del 2º día y poder ir más holgados.    Sin embargo, poco después de partir, los efectos de la altura empezaron a hacerse sentir, los dolores de cabeza, el estomago revuelto, la falta de aire…  Uno a uno fuimos “cayendo”, en mayor  o menor grado, de manera que tuvimos que realizar pausas más frecuentes.      Allí empezó a hacerse presente el sentimiento de compañerismo que siempre acompaña las salidas del club. Ese apoyo mutuo, en que todo el grupo esta atento del estado de cada uno, y hace todo lo posible por ayudarlo ante cualquier problema. Aún después de varias salidas, no dejo de asombrarme al sentir esa contención, donde uno no tiene que afrontar los dificultades solo, y hay una docena de personas (algunas prácticamente desconocidos) dispuestas a darte una mano. Quizás sea por el contraste con la vida en la ciudad, donde parece que cada uno empuja para su lado…  

  Finalmente, a eso de las 3.30 desistimos de llegar a donde queríamos, y paramos en una explanada a armar campamento. Si bien tenía un sector bastante liso, el espacio no era suficiente para colocar las 6 carpas cómodamente. Nos adaptamos como pudimos, y nos dispusimos a descansar y permitir que el cuerpo se aclimatara, para encarar sin problemas el ascenso del día siguiente. Al caer el sol, los que quisieron se prepararon la cena. Los que no estábamos del todo recuperados, decidimos pasar de largo sin comer.  A pesar del fuerte viento y la inclinación de la carpa, el cansancio pudo mas y logramos dormir bien esa noche.  La mañana del domingo nos recibió con bastante frío, que se evidenciaba por la presencia de varias estalactitas que aparecieron a la orilla del arroyo que nos acompañaba. También nos sorprendió con un colchón de nubes unos cientos de metros debajo de donde nos encontrábamos, que tapaban todo el valle y la quebrada por la que habíamos llegado.  

  Partimos temprano hacia el Negrito, teníamos toda la jornada, así que íbamos con paso tranquilo. En el camino encontramos a un tucumano, Mario, que perseguía el mismo objetivo que nosotros, pero por otro camino, así que lo reencontramos en la cumbre.  A medida que ascendíamos, el viento se hacia sentir más fuerte, y con él, también el frío. Bien abrigados, mantuvimos paso parejo. Hacia el mediodía, llegamos a una pampita que nos permitió ver por primera vez nuestro destino. Cuánto faltaba aún! El último tramo fue duro, la falta de oxígeno se hacía notar… pero luego del último esfuercito, llegamos a la cumbre!! El viento era fuertísimo, y el ruido que hacían las antenas allí instaladas era ensordecedor. Pero poco nos importaba, habíamos llegado. La vista era fantástica, y el manto de nubes que nos rodeaba hacía parecer que estábamos en una isla que se levantaba de un mar blanco.  

Permanecimos poco tiempo en la cima, el suficiente para recuperar el aliento, sacar unas fotos y por supuesto, hacer un brindis!   La bajada no presentó problemas. En el último trecho (antes de llegar al campamento), las nubes empezaron a subir hacia nosotros, por lo que se intercalaban momentos de buenas visibilidad con otros en que ésta se reducía a pocos metros.  Llegamos al campamento bastante antes del anochecer, cansadísimos, pero con la satisfacción de haber logrado nuestro objetivo. Luego de descasar un poco, nos dispusimos a cenar, que para quienes no lo habíamos hecho la noche anterior, fue nuestra primer comida caliente del fin de semana. El aire tenía el aroma del triunfo, y la comida nos pareció espectacular.    

El lunes desarmamos el campamento con tranquilidad, y emprendimos el regreso una hora después de lo previsto, pero el guía le imprimió velocidad a la bajada, por lo que llegamos al punto de encuentro antes que la traffic (no sin antes pasar a buscar los cabritos encargados), lo que nos permitió una picadita final con la comida que aún nos quedaba.  Antes de regresar a Córdoba, pasamos por Tafí, donde dimos rienda suelta al apetito acumulado y tuvimos el gusto de celebrar el feriado con unas buenas empanadas tucumanas y un locro.    A medianoche llegamos a plaza Vélez Sársfield, donde costó despedirse de quienes habían sido nuestra familia por un par de días, pero con el alivio de saber que nos reuniríamos prontamente para compartir los cabritos que habíamos traído. Cada uno volvió a su vida cotidiana, pero eso si, con las energías recargadas y  el espíritu en alto, como siempre que uno regresa de una salida del Club Andino Córdoba.  JOSÉ CURETTI

Se pueden ver algunas imágenes en los hiper vínculos.

FOTOS: Marcos, Curt, Fernando

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 Llamas en la Quebrada de Barón
 La ovejita negra de la familia…
 Descansando en la subida
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 Catalán en solitario…
 Documentando la subida  Estirando con puna
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 ¿Montaña vertical? ¡Noooo! Mundo diagonal!!
 Gente y hielo ¿y los grampones, Diego?  Los restos de un avión de hace 40 años
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 ¡Se ve el Negrito! ¿Y si lo seguimos al tucumano?  Dedicamos un minuto para una apacheta
 Así que por aquí era el camino…¿podremos salir del fondo de la Ollada? Probemos!
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 En el fondo de la Ollada
 Saliendo de la Ollada, por buen camino
 Rumbo a la cumbre, al fin!
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 Recuperados y en la cumbre!!!!!
 Vista al sur
 Felices y en la cumbre
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 TODOS EN LA CUMBRE
 ¡Qué ocasión p'hacer un brindis!  Vista al norte
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 Volviendo, el Cerro Bayo y su repetidora al fondo  Caminantes a contranube
 ¿Cuántos chinchillones hay?
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 Sigue la bajada
 El retorno lo puso filosófico… ¿ser, o no ser?
 Explosión de color
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 La tucumanita en el puesto de Miguel Díaz
 El último tirón, antes del camino
 El Negrito desde el Infiernillo(*)

 (*): Foto de Julio de 2009…. 30 metros más allá de donde paramos.