Un trekking especial vivimos durante tres hermosos días que particularmente pasaron volando…
Sábado 19 de junio muy tempranito a levantarnos y prepararnos con mochilas bien cargadas para comenzar nuestra ruta, con inicio en La Cumbrecita. Un lugar muy lindo con un sol que ya alto en la mañana, sobre las sierras todavía bajas, nos ponía con las pilas super cargadas. Las primeras horas del trayecto se caracterizaron por un ascenso bastante pronunciado, por unos caminos excelentes, con una vista panorámica de nuestras queridas sierras que no se comparan con nada, amigos caninos que se sumaron al grupo y -demás está decir- la buena onda y predisposición de nuestros tres guías, que en todo momento nos motivaban a seguir, carcajadas de por medio con los resbalones que algunos conseguíamos… sin querer por supuesto! Como de costumbre, en cada parada de algunos minutos nos dedicábamos a reponer fuerzas, hidratarnos bien y compartir las “bocaditos” que cada uno llevaba. A medida que ascendíamos el viento se hacía sentir y de vez en cuando nos sacábamos o poníamos los abrigos. Pero en sol en todo momento nos permitía sentirnos bien y dar un respiro gratificante, sí, sí!
A eso de las 13.30hs hicimos la parada general para almorzar algo y continuar ya por un camino más plano pero sin perder belleza; no faltaron debates, entre los chicos, sobre los lugares que algunos habían hecho campamento en trekkings anteriores, a dónde era más fácil conseguir agua, que por cierto es bien fresca y pura, o cómo encarar las quebradas que en cada momento disfrutábamos de solo mirar y como no podían faltar, las fotos en todo momento.
Llegada ya la tarde, a eso de las 17.30hs arribamos a nuestro lugar de acampe: un lugar muy cómodo con un gran terreno plano, excelente para armar las carpas, las sierras alrededor, un arroyo bien cerca de donde proveernos de agua, piedras enormes que sirvieron de cómodos asientos, y la infaltable la reunión del grupo con mates de por medio y cositas dulces para degustar, y así pasar algunas horas, recordando lo que habíamos hecho durante ese día. Ya entrada la noche, con una luna llena realmente increíble, que se apreciaba desde cualquier punto y sin ninguna gota de viento, nos dispusimos a hacer la cena: guisos, capeletinis, queso, sopa, de postre chocolates, caramelos, café, té, etc, etc, todo bien calentito y reconfortante…que manera de comer esa noche!.
A la mañana siguiente, con el sol recién asomando, nos levantamos con una sorpresa: uno de los perros, compañía de caminata, rastreo comida en una de las carpas y para sacarla le hizo un prominente agujero, uhhh que manera de protestar y reírnos a la vez! Así y todo comenzamos un nuevo día de trekking, que se disponía a ser muy bueno. Con ascensos cortos, partes planas en la mayoría de los casos y quebradas en otros y un vientito fresco que realmente se disfrutaba mucho. Durante la marcha nos encontrábamos con arroyos congelados, donde los más astutos se animaron a patinar y pasando por el paraje Casas Viejas, hasta el Alto de Chicharrón. Más tarde, pasado el medio día, ya encontramos el lugar de campamento en la base, cercano a la repetidora de televisión, y rapidito dejamos todo listo, para emprender el ascenso al objetivo el “Cerro Negro” (2620m snm): aunque algo dificultoso por la filosa roca que tiene, se hizo más fácil por el hecho de no tener carga que llevar. Subimos por la ladera que nos regalaba una increíble vista del Cerro Champaquí, un poco escondido entre las nubes formadas en su cumbre. El viento se hacía notar cada vez más, con las ganas y la buena onda siempre presentes y la energía de un grupo increíble, así y todo uno a uno ¡¡¡llegamos a la cumbre!!! Qué gratificación, emoción y abrazos compartidos allá arriba disfrutamos cada uno de nosotros y por supuesto con nuestras familias al poder comunicarnos por teléfono. Imponente vista de las Sierras de Córdoba, un cielo bien azul sin ninguna nube…simplemente un paisaje natural difícil de caracterizar con palabras. Después de disfrutar y dejar plasmado en fotos todo ese momento vivido, comenzamos el descenso y regreso al campamento. Ya al atardecer las bajas temperaturas se hacían notar, así que un grupo de 8 decidimos pasar el rato todos metidos en una sola carpa a jugar a las cartas y tomar unos mates, qué manera de reírnos, todos apretados, acalambrándonos a cada rato no nos podíamos ni mover!!! Después cada uno a sus carpas bien temprano a cocinar y descansar.
Pasamos una noche tranquila y amanecimos con un nuevo perfecto día para seguí camino de regreso. Nuevas quebradas se abrían camino paso a paso, el puesto de Toranzo, arroyos y más vegetación a medida que descendíamos, un suculento almuerzo donde no faltaron unos salames caseros excelentes con pan árabe y exquisitos chocolates de postre. Continuamos hasta una nueva cumbre, el de cerro La Mesilla, desde donde se apreciaba el pinar que nos indicaba el punto de llegada. Luego un descenso más empinado ya hacia el final con el puesto Ojo de Agua cercano, donde las cabrás eran mayoría y los ladridos guardianes de los perros de hacían notar.
El recorrido final (por cierto, esperado por todos, porque el cansancio es inevitable): un pinar inmenso y con mucha humedad nos indicó nuestro último punto Villa Alpina: un pueblito de pocos habitantes en las Sierras, pintoresco, muy tranquilo y realmente para disfrutar en familia. Allí nos esperaba el transporte que nos trajo de regreso a Córdoba (Plaza Vélez Sarsfield), no sin antes compartir una gran cena para dar cierre a 3 jornadas de trekking que, como todas las demás que hemos hecho, nunca vamos a olvidar y que paso a paso seguiremos recordando ahora y siempre.
Gracias amigos por dejarme compartir con ustedes la gran pasión que es la montaña.
¡GRACIAS A VOS, GELI, POR TU ENTUSIASMO CONTAGIOSO PARA RELATARNOS TU EXPERIENCIA!
